Todo el mundo sueña con la juventud. Con la juventud perdida o abandonada, los que viven en la perpetua nostalgia de un tiempo en el que querían agotar el placer de vivir y no caen en la cuenta de que lo agotaron y por eso lo añoran. La nostalgia por la juventud agotada tiene una secuela en la madurez no asumida, como tolerancia vicaria de los excesos juveniles ajenos, sobre todo los de los hijos vividos como apéndice de uno mismo, mientras no toquen la molesta responsabilidad propia.
Los adultos que han superado su juventud y han asumido su responsabilidad en la construcción de sí mismos y de su circunstancia siguen soñando con la juventud, que convocan a su tarea, relevo generacional natural, continuidad en el camino por mejorar la vida propia y de todos los humanos.
Y los jóvenes, ¿qué soñáis que vaya más allá de un ensueño de adulto?
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